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Proposiciones fuera de su marco conceptual: notas para una visión post-relativista del conocimiento y el lenguaje

Castaños, Fernando. 1991. “Proposiciones fuera de su marco conceptual: notas  para una visión post-relativista del conocimiento y el lenguaje”. Discurso: cuadernos de teoría y análisis, no.11. México. Unidad Académica de los Ciclos Profesional y de Posgrado, CCH, UNAM. 54-61.

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PROPOSICIONES FUERA DE SU MARCO CONCEPTUAL: NOTAS PARA UNA VISIÓN POST-RELATIVISTA. DEL CONOCIMIENTO Y EL LENGUAJE[1]

Femando Castaños

Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras

El propósito de este trabajo es hacer una distinción triple entre proposiciones según su posición. El propósito es distinguir entre: A) una proposición que está dentro del marco conceptual en que se expresa; B) una proposición que está fuera del marco, pero que se puede decir desde él, y C) una proposición inalcanzable para un marco.

En el pasado, en diversas disciplinas se buscaron procedimientos para observar y describir sin preconcepciones, sin prejuicios, para ver y presentar el fenómeno “tal cual”. En la física, por ejemplo, el operacionalismo pretendía hablar sólo de objetos directamente observables, de propiedades directamente medibles.

En la lingüística, el estructuralismo norteamericano pospuso toda consideración sobre la palabra y sobre la oración hasta que los fonemas estuviesen completa y perfectamente cubiertos. Se pensaba que las ideas sobre las unidades mayores podrían viciar el trabajo sobre las unidades mínimas, que eran las verdaderamente reales. Se pensaba que lo científico era primero dar cuenta de los sonidos físicos y sus posibles combinaciones. Después éstas nos darían automáticamente las palabras y demás.

En el mismo espíritu se da el conductismo en la psicología y la fenomenología de la historia de Merleau-Ponty. Ésta perseguía el origen de la verdad, la intuición primaria sin contaminaciones de interpretación. Aquél ha querido describir la mente sin usar términos como “mente”, porque no tiene referentes inmediatos a los sentidos.

Operacionalismo, estructuralismo americano, fenomenología, conductismo, todos ellos, con sus diferencias, tenían dos principios comunes: 1) rechazar, o al menos posponer, los términos que no denotaran objetos o propiedades observables y 2) distinguir los planteamientos verdaderos de los falsos por los procedimientos de su descubrimiento. El objeto de estos principios era garantizar la neutralidad frente a los hechos.

A estas posiciones neutralistas se han opuesto unas corrientes que podríamos llamar perspectivistas. Según ellas no podemos observar algo sino desde una perspectiva, desde un punto de vista. Describimos, siempre, desde algún marco de referencia. Y para describir lo observable tenemos que aducir entidades y relaciones que no son directamente accesibles á los sentidos.

Para la física moderna, las leyes fundamentales de la naturaleza operan sobre elementos que no podemos ver, sólo inferir. Las cosas importantes son las invariantes de ciertas transformaciones matemáticas, más que aquellas que podemos pesar directamente en el laboratorio — aunque, por supuesto, la física no ha dejado de ser ciencia empírica.

Para la lingüística actual un fonema no se define puramente por sus propiedades físicas, ya que una determinada propiedad puede en una lengua servir para distinguir dos palabras, pero en otra ser insignificante. Es decir, que para definir el fonema, se requiere la palabra. En otro plano, en la descripción de una oración, la mismas secuencia de fonemas, e ‘incluso de palabras, puede representar oraciones distintas.

Para muchos psicólogos de hoy en día, sobre todo para aquellos que se inscriben en la psicología genéricamente denominada cognoscitiva,’ o cognoscitivista, resulta imposible describir el comportamiento de un sujeto que está, digamos, efectuando sumas sin recurrir al concepto aritmético de suma, y sin considerar las reglas abstractas que definen la operación. Igualmente resulta imposible ignorar al hambre al hablar de comer, o ignorar la comezón al hablar de rascarse.

Para las ciencias sociales es cada vez más claro que un hecho desprovisto de significación deja de ser un hecho histórico “La experiencia del fenómeno ‘tal cual’” es una expresión que no tiene mucho sentido, porque la experiencia del fenómeno es la interpretación del fenómeno.

Nos encontramos entonces, en las corrientes actuales, con la negación del principio que rechaza los términos que no denotan observables. Estas comentes niegan también el otro principio, la distinción entre lo falso y lo verdadero por los procedimientos de descubrimiento; Quizá donde más explícita sea esta negación es en la lingüística, que dedicó muchos esfuerzos a buscar los procedimientos decisivos, sin alcanzar el éxito. A partir de Chomsky, es claro que podemos encontrar las mismas ideas por distintos caminos, y que en ellos muchas veces juegan papeles importantes tanto el azar como lo que sólo podemos malnombrar ‘inspiración’. Lo importante no es cómo se llega a un conocimiento, sino cómo se sustenta, y cómo se pone a prueba.

En suma, en el desarrollo de distintas áreas del saber podemos presenciar una posición entre neutralismo y perspectivismo. El primero busca los datos puros, libres de interpretación. El segundo muestra que ello es imposible, porque, como dice John Lyons, los datos no están dados: se toman.

En la filosofía encontramos también la oposición. Se puede apreciar, por ejemplo, en la siguiente cita de Karl Popper:

I stressed the conjectural and theoretical character of all observations, and all observation statements. This led me to the view that all languages are theory impregnated; which meant, of course, a radical revision of empiricism.

(Popper 1979: 30)

 En español:

Subrayé el carácter teórico y conjetural de todas las aseveraciones, incluidas las observaciones. Esto me llevó a la idea de que todos los lenguajes están impregnados de teoría; lo que significaba, por supuesto, una revisión radical del empirismo.**[2]

 De hecho el trabajo de Popper ha contribuido de manera muy importante a las discusiones que en distintas disciplinas se han dado sobre neutralismo y perspectivismo.

Ahora bien, lo que me preocupa son las formulaciones demasiado radicales del perspectivismo. Me preocupa cuando Raúl Quesada (1984) rechaza la distinción entre lenguaje y realidad. Me preocupa cuando A. J. Ayer, en el mismo sentido dice:

It is vain to attempt to dissociate the world as it is in itself from the world as we conceive it. Alternative conceptual systems may be possible but we can only criticize one from the standpoint of another. We cannot detach ourselves from all of them and compare them with a world which we envisage from no conceptual standpoint at all.

(Ayer 1973:12)

En español:

Es vano intentar disociar el mundo como es en sí del mundo como lo concebimos. Sistemas conceptuales alternativos pueden ser posibles, pero sólo podemos criticar uno desde el punto de vista del otro. No podemos separarnos de todos ellos y compararlos con un mundo que veamos desde ningún punto de vista.**

Me preocupa cuando Paul Hirst (1982) habla de la imposibilidad de decidir racionalmente entre dos sistemas conceptuales. Me preocupa también cuando Ernesto Laclau, en su discusión sobre las teorías marxistas del Estado, usa la expresión “ambigüedad del referente”, cuando dice que la unidad del Estado:

…no está dada simplemente como un factum sino que supone ya una construcción teórica.

(Laclau 1981: 25)

Me preocupa sobremanera cuando leo:

…the definition of the graphic sign is really the definition of any sign (that sign Is a signifier whose signified is another signifier, foyer ‘the thing itself’, visible, present before us ‘is flesh and blood’).

(Denida 1974; cItado por Descombes 1980)

En español:

…la definición del signo gráfico es realmente la definición de cualquier signo (que todo signo es un significante cuyo significado es otro significante nunca “la cosa en sí”, visible, presente ante nosotros “en carne y hueso”).**

A veces creo que frente a tales doctrinas sólo queda la defensa del sentido común: mostrar a quienes las sostienen que si realmente asumieran lo que afirman, deberían dejar de hablar. Para hacerlo, podríamos primero recordar a Frege. Podríamos recordar que si digo:

(1) El sol es mayor que la luna,

no estoy diciendo:

(2) Mi palabra para nombrar al sol es mayor que mi palabra para nombrar a la luna.

Si fuera eso lo que yo quisiera decir, lo diría de esa manera.

Para decir (2), no tendría por qué decir (1).

¿Puede alguien realmente creer que si pide vino está irremediablemente hablando de otras palabras, y no de vino? Si así fuese, dejaría de pedir vino. Al menos, dejaría de hacerlo si su objetivo fuera saciar la sed, o deleitar el paladar. ¿Para qué querría que, en lugar de vino, le dieran la palabra “vaso”, o la palabra “cava”, o cualquier otra palabra?

Después de recordar a Frege, podríamos pedir que se aplicase a sí misma la teoría de que no se puede decidir entre dos sistemas conceptuales. La autorreferencia generalmente resulta difícil de procesar, y valdría la pena que aquí nos fuéramos despacio y con cuidado.

Supongamos que hay dos personas: Celina y Eloísa. Celina sostiene la teoría de que no se puede decidir racionalmente entre dos sistemas conceptuales. Es decir, la teoría forma parte del sistema conceptual de Celina. El sistema de Eloísa contiene la teoría contraria; para ella sí se pueden discutir dos sistemas, y escoger alguno de los dos con base en la discusión.

Celina y Eloísa discuten. Tratan de convencerse mutuamente. Ahora bien, si Celina tiene la razón, si no se puede decidir, entonces puede ser que Eloísa tenga la razón. Más aún, si Celina asume sus premisas, no tiene manera de probar que Eloísa no tiene la razón. Ni siquiera tiene sentido que lo intente.

Pero como Celina está tratando de convencer a Eloísa, le está dando la razón. Su intento presupone la posibilidad de discutir, de decidir entre los dos sistemas.

En suma, si alguien realmente creyera que no se puede hablar de los objetos, y si asumiera las consecuencias, dejaría de usar el lenguaje para realizar actos cuyo propósito fuese modificar la localización de un objeto, como el acto de pedir. De hecho, dejaría de usar el lenguaje en conexión con cualquier interacción con los objetos, no sólo con la modificación de su situación. Y si alguien realmente creyera que no se puede decidir entre dos sistemas conceptuales, y si asumiera las consecuencias, dejaría de decirlo.

Ésta es la defensa del sentido común frente a las posiciones perspectivistas extremas.

Pero quizá podamos hacer más que defender el sentido común. Quizá podamos circunscribir la fuente del error y proponer una formulación alternativa del perspectivismo que evite el error. Lo que queremos evitar es el planteamiento de que el sistema conceptual que tengamos determina lo que pensamos. Lo que queremos evitar es lo que en lingüística se denomina relativismo.

Queremos evitar afirmaciones como la siguiente:

Thus, the reason why the world cannot contravene the laws of logic, whatever they may be, is that they determine what can happen by determining what can be described.

(Ayer 1973:13)

En español:

Entonces, la razón por la que el mundo no puede contravenir las leyes de la lógica, cualesquiera que ellas puedan ser, es que ellas determinan lo que puede suceder al determinar lo que puede ser descrito.

Queremos también evitar afirmaciones como:

Las expresiones “racional” e “irracional” […] cobran significado preciso en relación a algún marco de referencia…

No me queda otra opción que admitir una pluralidad de racionalidades, como genuinas manifestaciones del logos racional.

(Chavarri 1982: 276/277)

En otras palabras, lo que queremos es evitar la idea de que lo que decimos y lo que pensamos, están necesariamente de acuerdo con el marco desde el cual lo decimos. Queremos dar cabida a la posibilidad de la objetividad. Después de reconocer que toda observación está necesariamente impregnada de teoría no hay que negar la objetividad, como hacen algunos; hay que plantear el problema de cómo es posible la objetividad, como hace Popper.

(Aunque la solución que propone él, la postulación del tercer mundo, no es adecuada. Lo único que háce es remover la intencionalidad de los enunciados, para dejar proposiciones puras, lo que es muy discutible. Pero aunque se admitiera esto, debe notarse que no se está atacando el núcleo del problema: la presencia de la teoría en la observación).

Tiende a aceptarse la idea de que lo que decimos, y lo que pensamos, está necesariamente de acuerdo con el marco desde el cual lo decimos, porque para cada sistema conceptual hay muchas cosas que no se pueden decir y muchas cosas que no se pueden comprender. Éste es un hecho que se constata fácilmente: cuando estudiamos alguna disciplina adquirimos nuevos marcos, o modificamos los que tenemos, y llegamos a poder decir y entender cosas que antes no podíamos.

Hay, entonces, para todo sistema conceptual, proposiciones inalcanzables. Pero esto no implica que todas las proposiciones que sí son alcanzables vayan de acuerdo al sistema, no implica que estén dentro de él. Queda la posibilidad de proposiciones fuera del sistema pero alcanzables desde él. Y esto sucede realmente. Siempre.

Existe la negación, la posibilidad de decir dos proposiciones contrarias. Normalmente sólo una de ellas podría estar de acuerdo al sistema conceptual. También existe la comunicación, la posibilidad de entender a otros. Y normalmente los sistemas conceptuales de dos personas no coinciden totalmente, por lo que habrá proposiciones que aunque caigan dentro de uno de los sistemas, estarán fuera del otro.

No sólo existe la posibilidad de decir y entender proposiciones que estén fuera del marco en que se formulen o del marco desde el cual se comprendan. También existe la posibilidad de aceptar como verdaderas estas proposiciones que caen fuera y son alcanzables. Existe con la posibilidad contraria: aceptar como falsas proposiciones que están dentro del marco. De hecho, todos los días nos damos cuenta de que las cosas no son como creemos que son.

Sabemos que existen proposiciones falsas, o tomadas por falsas, que están dentro de su marco de referencia, y proposiciones verdaderas o tomadas por verdaderas que caen fuera, porque su existencia nos mueve á modificar el marco. Deseamos Incluir las proposiciones verdaderas y excluir las falsas. No es una razón obligatoria; podemos vivir, de hecho vivimos, con las inconsistencias. Tampoco es la única razón. Muchas veces cambiamos nuestros marcos por motivos indirectos, porque sabemos, o pensamos, que otras personas tienen mejores conocimientos que nosotros. Pero de todos modos es una razón — en las ciencias es quizá la razón principal.

Resumiendo, la posición neutralista implica la formulación de proposiciones desde ningún marco conceptual, lo que es imposible. La posición perspectivista extrema, el relativismo, implica la imposibilidad de decidir racionalmente entre dos marcos conceptuales. Y una posición perspectivista que dé cabida a la objetividad requiere poder formular proposiciones que estén fuera de su marco conceptual. Requiere también la posibilidad de reconocer que éstas sean verdaderas, y que las que estén dentro sean falsas. Sabemos que éste es el caso porque de no ser así, la negación y la comunicación no existirían, y porque nuestro deseo de incluir las proposiciones verdaderas y excluir las falsas nos lleva a modificar nuestros marcos.

BIBLIOGRAFÍA

Ayer, AJ 1973. The Central Questions of Phylosophy. Harmondsworth, Middlesex, Inglaterra: Penguin.

Derrida, J.1974. Qf Grammatology. Baltimore: The Johns Hopkins University Press.

Descombes, M. 1980. Modem French Philosophy. Cambridge: CUP.

Chavarri, E. 1982. “Logos racional y marcos de referencia”. Estudios Filosóficos, 87, vol. XXXI. pp. 249-280.

Hirst, P. 1982. “Anthropology and Ideology’. Conferencia dictada en la Universidad de Essex Inglaterra.

Laclau, E. 1981. “Teorías marxistas del Estado: debates y perspectivas”. En N. Lechner (compilador). Estado y política en América Latina. México: Siglo XXI, pp. 25-29.

Quesada, R. 1984. “De la lógica y la lingüística al discurso”. Discurso: cuadernos de teoría y análisis, año 1, número 3, pp. 9-30.


1 Versión escrita de una ponencia presentada en el Segundo Congreso Nacional de Filosofía, marzo de 1954, México, D.F.

[2] Los textos señalados con dos asteriscos son todos, traducción de F. Castaños.

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